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Foto del escritorLeslie Rojano

¿Qué es el trastorno de procesamiento sensorial?

El trastorno de procesamiento sensorial (TPS), también llamado disfunción de la integración sensorial (DIS) fue descrito por primera vez por la terapeuta ocupacional, Dra. Janes Ayres. Y se caracteriza por una dificultad en la interpretación y organización de la información captada por los órganos sensoriales del cuerpo (gusto, vista, tacto, olfato), aparte de estos sentidos comunes, también hay otros dos menos conocidos que pueden verse afectados: la propiocepción, que es el sentido de conciencia sobre el cuerpo, y el sentido vestibular, relacionado con el movimiento, equilibrio y coordinación.


Por lo general, los signos de un desarrollo sensorial inadecuado son mal interpretados.

Las manifestaciones de un TPS pueden observarse en diferentes ámbitos del desarrollo, en bastantes ocasiones, la causa de que los niños no duerman bien, no quieran comer o no rindan satisfactoriamente en el colegio. También puede afectar a la capacidad de jugar, de hacer amigos o de desarrollar la autonomía en el cuidado personal.

El niño que padece de este trastorno tiene reacciones exageradas, no tolera cambios en su rutina diaria, tiene problemas de conducta, aprendizaje, es muy inquieto, se asusta fácilmente, tiene problemas de sueño, de autonomía, en su higiene y para hacer amigos.



¿Cuáles son las señales?

Los problemas de procesamiento sensorial tienden a presentarse de dos formas: hiposensibilidad e hipersensibilidad, aunque es frecuente que los niños experimenten ambos tipos.


Los niños hipersensibles son extremadamente sensibles a la estimulación sensorial, y pueden encontrarla abrumadora. Ellos podrían:


• No llevar las actividades cotidianas con normalidad (higiene personal, alimentación, juego, tareas escolares).

• Llorar mucho, se le considera irritable.

• Dormir mal: tiene dificultad para quedarse dormido o mantener el sueño conciliado. • Come mal: rechaza texturas, sabores u olores.

• Rechazar ciertos cuidados de higiene: lavar la cabeza, limpiar oídos, cortar el pelo, cepillar los dientes o cortar las uñas.

• Rechazar tocar ciertos materiales como la arena, la pintura con los dedos, la plastilina, etc.

• No tolerar luces brillantes y ruidos fuertes como las sirenas de las ambulancias.

• Negarse a llevar ropa porque sienten que les pica o les irrita; incluso después de quitarle todas las etiquetas; o los zapatos porque los notan “demasiado apretados”.

• Distraerse con ruidos de fondo que otros parecen no escuchar.

• Temer que los toquen por sorpresa y evitar los abrazos incluso de adultos familiares.Tener un miedo exagerado a los columpios.

• Con frecuencia tener problemas para entender dónde está su cuerpo en relación a otros objetos o personas.

• Tropezar con cosas y parecer torpes.

• Tener dificultad para medir la fuerza que aplican: por ejemplo, pueden romper el papel al borrar, pellizcar demasiado fuerte o dejar los objetos con demasiada fuerza.

• Le gustan de manera excesiva los juegos de dar vueltas, los columpios y los parques de atracciones. No parece marearse nunca.


Los niños hiposensibles son menos sensibles de lo normal, lo cual los hace que busquen más estimulación sensorial. Ellos podrían:


•Tener una necesidad constante de tocar a las personas o texturas, incluso cuando no es socialmente aceptable.

•No entender qué es el espacio personal incluso cuando los niños de su edad ya lo hacen.Tener una tolerancia extremadamente alta al dolor.

•No ser conscientes de su fuerza.

•Ser muy inquietos e incapaces de sentarse tranquilos.

Gustarles actividades como saltar, chocarse y estrellarse.

•Disfrutar de presión profunda como abrazos muy apretadosDesear movimiento intenso y/o giratorio.

•Querer que los lancen al aire y saltar sobre los muebles y trampolines.



No es necesario que un niño reúna todos los síntomas para que se sospeche de la existencia de un TPS.

Si se observan 2 ó 3 de los signos abajo mencionados, y además el niño presenta dificultades en la conducta, la atención, el aprendizaje o la coordinación motora, es aconsejable remitirlo a un terapeuta ocupacional especializado en la detección y evaluación de trastornos sensoriales.


Bibliografias consultadas:

1- A. Jean Ayres. (2016). La Integración Sensorial y el Niño. España: Mad.

2- Lindsey Biel, Nancy Peske. (2014). Raising a Sensory Smart Child: The Definitive Handbook for Helping Your Child with Sensory Processing Issues, Revised and Updated Edition. England: Penguin Books.

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